¡VOY A BAILARME UN ROCK!

¡Finjamos demencia! @jjnessi 15 de mar. de 2015

Escribí esto en el 2016, meses antes de irme de Venezuela, así le dije adiós a papá, sin saber que ese año sería la última vez que vería a mamá. 

 

¡VOY A BAILARME UN ROCK! 



Ya no tengo poemas que dedicarte, desde ese día decidí dejarte libre, así, tan magnífico, tan sabio y terco que eres. Ya no necesito de tus palmaditas en la espalda ni de tus besos de buenas noches, ni mucho menos de tu voz risueña cantándome al oído esas canciones de la tía Celestina. No, ya no te necesito. Pero esa es la cuestión. Quiero necesitarte. Quiero sentarme y romper a llorar en tu regazo, oler el aserrín de tu guayabera, y jugar con los pelitos de tu pecho. Pero ya no sueño eso, te esfumaste y así se terminó todo. Con mi decisión. A veces me pregunto si saboreaste la libertad, tal cual uno la sueña; ¿sabes? Esa es mi palabra últimamente, libertad, suena maravillosa ¿verdad? 


Mi libertad huele a primavera, se ve de colores brillantes, de esos que no ves aquí en la avenida, ni en ningún lugar del pueblo, me pregunto a veces a qué sabrá mi libertad. No recuerdo que me llevaras a recorrer el pueblo. Sólo recuerdo las figuras que las nubes hacían mientras yo estaba acostaba en el asiento trasero de la ranchera, ese cielo azulito igual que los ojos de mamá. Las empanadas de pollo con salsa de ajo, el arroz chino y las pizzas, todo, todo supo a ti. Hasta que un día ya no. Y desde ese día la monotonía estuvo acechándome, y cuando me vio cómoda me atacó. Y ahora, bueno –me digo- una vez más, sólo una vez más y ya. 


Intento ahogar mis gritos tal cual me enseñaste, pero coño, ya perdí la melodía, aunque me dijiste muchas veces que no la tenía, -juanita aprende a cantar- tranquilo, no siento rencor por eso, está bien, porque eres tú. A ti te perdono todo. No me importa. No la tengo, nunca la tuve. 

Desde hace poco camino con la mirada hacia el cielo, me pregunto si será el mismo cielo en el lugar en el cual quiero estar, me pregunto si será igual de azul, si el sol será igual de caliente y si veré por fin más estrellas. Son tan infinitas, así como tú; me pregunto tanto y mientras más me pregunto más miedo me da. Porque sabes los soñadora que soy, seguro me has visto, sólo soy así porque la mayoría de esos sueños se han vuelto realidad, los buenos y los malos, así que sueño mientras estoy despierta y eso le da sentido a mi vida, eso me hace sentir viva, me da esperanza, y ahí es cuando yo misma me reduzco a este cúmulo de grasa. Mi pelo se ha vuelto rebelde, ¿te acuerdas de lo bonito y suave que era?, como todo lo que quiero lo dañé, y pareciera que ese daño penetró sin piedad a mi cerebro para hacer que los recuerdos más dolorosos que tengo se esfumen uno a uno durante las mañanas que es cuando soy más vulnerable, eso lo aprendí este año. Ese sentimiento de completa soledad, tumbada en el colchón caliente, yo desnuda y en completo silencio, cuando él ya se ha ido. Esa es la despedida que más me duele, la que me da todos los días antes de irse, porque él no sabe que es lo que hago para mantenerme cuerda, él me ha visto hacerlo, él sabe de mis movimiento, pero no los conoce sin pena, sin miedo. Son las 8 de la mañana y no me importan los vecinos, la gente en la casa, sólo me voy a bailar un rock, así con poca ropa, yo y la inmensidad de mis cuatro paredes, así sacudo la locura, así me olvido de que ahora soy nadie, de que no encuentro las fuerzas y que quiero un maldito cigarro que socave mis penas. 

Intenté acabar con la espera, escribir una carta y enviarla a la luz, pero ¿cómo explico que me siento tan culpable como en el 2002? ¿Cómo hago para que este sentimiento no sacuda más mi pecho sin dejar alguna cicatriz? Pero sin este sentimiento, tal vez él nunca hubiese sostenido mi mano, tal vez sin aquellos besos apresurados él no me hubiese dicho te amo. Y ahí es cuando el café comenzó a saber más amargo, la taza se rompió, y me convertí en alguien detestable. No le sonrío a nadie como le sonrío a él, y a veces a ti, cuando vienes a mi mente. Sí ya sé, ya sé, no importa. 


Estamos hechos un desastre. 


Porque creen que soy la fuerte, pero si supieran que en verdad los versos son los que me ayudan en la soledad, son los que combaten esta agonía que parece nunca terminar; en la tarde de nuevo voy a bailarme un rock, así, sin inhibiciones, sin política mierdera, sin hipocresías, y sin tabúes, que el rock suene tan fuerte y que las paredes tiemblen, como los gobierno rebeldes que no son más que carajitos con complejo de inferioridad buscando un papá y una mamá. El tiempo me hizo amarga, los amigos también, dirán lo mismo de mí, ¿cuántas veces di la media vuelta para nunca volver? Duele al principio pero después el adiós se vuelve costumbre, y hasta termino disfrutándolo. 


El dolor ajeno se vuelve mío, cómo aquel hombre que lloró cuando su compadre le recordó a su mujer fallecida, y el dolor del señor del camión de las frutas que ahora es un recoge latas cerca de la constitución, en ellos pude ver el rostro de la tristeza y de la derrota, de un sistema que no vale nada, de una vida con prisa y sin agua bendita. Y así son los rostros de todas las personas que veo, innegables tragedias que ya pasaron o están a punto de pasar, y yo, como la egoísta que soy, solamente espero el desenlace, para ver cómo se termina una vida, de la manera más hermosamente posible. Lo que las personas no entienden es que hay tantas maneras de que una vida acabe, un beso, una palabra, una bala, un segundo, una mirada, un suspiro. Yo he decidido que la mía acabará con poesía y nada más. 


Pero indudablemente yo aquí buscando aprobación y respeto, y tú tratando de ser recordado entre las sombras de esta casa en ruinas. Aun guardo los salvavidas, me los he comido uno a uno, por mí y por ti, prometí hacerlo a tu lado, pero no pude, no, la verdad es que no quiero, es demasiado trágico, demasiado de los 30, aquí estás conmigo, aquí estoy cómoda, mi estado mental a veces está estable, y eso está bien, porque no quiero estar bien del todo, quiero seguir a un cielo diferente, quiero respirar un aire otoñal, quiero probar un agua llena de pureza, quiero hablar otro idioma, y olvidarme del castellano mal hablado, y del inglés forzado, quiero levantar mis brazos y que sea en otro piso, y en otro techo bailarme el mismo rock que me bailo aquí, pero en libertad. 


Papá, nos bailaremos un rock, tú y yo, algún día.

 

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